El Hijo es superior a los ángeles
5Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles:
«Tú eres mi Hijo.
Yo te he engendrado hoy.»
Ni tampoco:
«Yo seré su Padre,
y él será mi hijo.»
6Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice:
«Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»
7Acerca de los ángeles, dice:
«Él hace que sus ángeles sean como vientos,
y sus ministros como llamas de fuego.»
8Pero del Hijo dice:
«Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
el cetro de tu reino es un cetro de justicia.
9Amas la justicia, y odias la maldad.
Por eso te ungió Dios, tu Dios,
con óleo de alegría más que a tus compañeros.»
10Y también dice:
«Señor, tú fundaste la tierra en el principio,
y los cielos son obra de tus manos.
11Ellos perecerán, pero tú permaneces para siempre.
Todos ellos se desgastarán como un vestido;
12los enrollarás como un manto, y quedarán cambiados;
pero tú eres el mismo,
y tus años no tendrán fin.»
13Dios jamás le dijo a ninguno de los ángeles:
«Siéntate a mi derecha
hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies.»
14¿Y acaso no son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir a quienes serán los herederos de la salvación?