DEVOCIONAL DIARIO
Salmo 3.1-3
Como lo dice el título de este Salmo, es una oración pidiendo ayuda al Señor, fue escrito por David cuando su hijo Absalón usurpa el trono.
Es una súplica, recuerden que cuando David iba huyendo con el resto de su familia y algunos de sus hombres, salió al camino un familiar de Saúl, el anterior rey, desechado de Dios por no obedecerle. Este hombre le gritaba todo tipo de improperios, los soldados de David piden al rey permiso para matarlo, pero este no lo permite y hace ver a sus hombres que esta persona no podría maldecirlo si el Señor no se lo hubiera permitido, reflejando así, una completa confianza en Dios. Ese relato lo encontramos en 2 Samuel capítulo 16. Tanto el Salmo como la historia muestran la completa la confianza expresada en esta oración y vivida por David.
Aunque le fallemos, si volvemos a Él arrepentidos, su compasión nos salva, Dios sigue siendo el escudo protector, es mi gloria, es quien me da fuerzas. Esa fue la diferencia entre Saúl cuando desobedeció a Dios y David. Ambos pecaron, ambos desobedecieron, pero Saúl no muestra arrepentimiento, David, tenía claro que la experiencia que vivía era el castigo por el pecado, su familia sufría violencia interna por culpa de él mismo, al abusar de su autoridad tomando la mujer de otro hombre y mandando a matar al marido de ella para tapar su mal.
A Dios no se le pasó el asunto y pidió cuentas. Si usas violencia contra otros aprovechándote de tu posición, Dios es justo, pedirá cuentas. Si estás en posición de autoridad debes responder por tus actos, y recordar que Dios dijo claro que demandaría que nuestros actos sean en justicia, misericordia y ser humildes ante Él, no temas en reconocer cuando has actuado mal, porque su justicia es cubierta de amor.