DEVOCIONAL DIARIO
Ezequiel 3.10-15.
El profeta escucha la voz, la orden es, que escuche con atención y retenga en su mente el mensaje que deberá transmitir. Algunas veces existe el error de dar autoridad a palabras que queremos decir con la frase “Así dice el Señor”, pero esa frase no es la que tiene autoridad, lo que tiene la autoridad es el mensaje que Dios da al profeta y a quien debe dar ese mensaje. El mensaje es lo importante y consiste en alertar al pueblo de Israel de las consecuencias de no obedecer los mandatos de Dios. En medio de toda la experiencia que vive el profeta, el confiesa lo que siente en su corazón, es indignación al ver al pueblo alejarse de Dios, por la indolencia del pueblo debe llenarnos de dolor. El dolor del profeta es por un pueblo que camina ciego hasta la perdición por no oír las palabras de Dios. Todos y cada uno de nosotros, que ha leído la Palabra de Dios, somos profetas ante el mundo que se desgasta en la vanidad, la soberbia y la violencia. Ese dolor, esa indignación nos da una responsabilidad: orar por nuestro país, el mensaje de Dios para nuestro país sigue siendo: “Yo no quiero que nadie muera, apártense del mal y vivirán” Ezequiel 18.32