DEVOCIONAL DIARIO
Salmo 5. 7-12.
En la primera parte del Salmo, estudiado ayer, la oración
contiene un reconocimiento a Dios, el concepto que el orante tiene de Dios, por eso se dirige a Él pidiendo ayuda. Creé, es justo, misericordioso, poderoso, que escucha las oraciones y atiende el gemido del corazón adolorido por el sufrimiento que le ocasionan.
En la segunda parte del salmo aparece cómo hace su oración la persona orante. Como es judío quien eleva la oración, hace su oración postrado, de rodillas y con las manos levantadas hacia el este, la dirección donde se encuentra el templo de Jerusalén. Pide la guía de Dios para ir por el camino correcto, para hacer correctamente la oración.
Después vienen unas afirmaciones de enojo; una de las características de la Biblia, haciéndola única es, que no oculta la verdad del corazón humano, ni la juzga; en este caso el orante está enojado, pide castigo para quien le hizo daño, le pide a Dios que lo rechace, pero termina el salmo con una expresión de alegría y confianza en la fidelidad de Dios, en una invitación a buscar la protección del Señor, confiados en que es un Dios justo, fiel, un escudo de protección.
Este salmo nos enseña a poner nuestros casos delante de Dios, no tomar la justicia en nuestras manos más bien, confiar en que es un Dios justo y compasivo, paciente y todo amor. Podemos expresar nuestra opinión sobre el asunto delante de Dios con toda confianza, pero esperar al final su respuesta dejando en sus manos la situación.