DEVOCIONAL DIARIO
Salmo 78. 1-9
Este salmo es una meditación en la fidelidad de Dios hacia su pueblo Israel a través de la historia. Tiene como objetivo contraponer la fidelidad de Dios a la infidelidad de su pueblo. Pasa por toda la historia hasta llegar a la dinastía Davídica. Inicia con una expresión muy común en el libro de Proverbios, una invitación a aprender de las experiencias y enseñanzas de los mayores. El segundo versículo es citado por Jesús en Mateo 13.34-35 y se cumplió en su ministerio, Jesús enseñó a través de cuentos cortos y parábolas, usó refranes para que su pueblo le entendiera, pero no lo reconocieron.
El relato nos da una advertencia para nosotros, como el pueblo de Israel, somos tercos, e infieles, creemos que somos muy fieles, pareciera que necesitamos experimentar por nosotros mismos para creer. La mayoría de nuestros actos tienen su raíz en una falta de confianza; al igual que en el Edén, cuando la serpiente sembró duda en el corazón del ser humano. La finalidad del pacto de Dios con Israel era, que los padres enseñaran a sus hijos a conocer a Dios, a confiar en él, de esa forma de generación en generación todos habrían oído acerca de Dios y confiarían en él.
En Génesis 18.19, refiriéndose a Abraham, dice: “Yo lo he escogido para que mande a sus hijos y descendientes que obedezcan mis enseñanzas y hagan todo lo que es bueno y correcto, para que yo cumpla todo lo que le he prometido”. Esa era la misión de Israel, enseñar a Dios, crear un pueblo diferente que viviera según los principios de Dios para que todos los pueblos pudieran ver los beneficios de seguir a Dios; es digno de confianza, de alabanza, y vale la pena obedecerle, pero en el versículo 9 denuncia la realidad, fueron, y deberíamos decir somos; porque todos somos como el pueblo de Israel, «gente que no entrega a Dios su corazón», nos olvidamos de sus obras, del bienestar que siempre nos concede, lamentablemente así somos.
Pero eso puede cambiar.
¡Medita en su Palabra! Lee tu devocional de hoy…